Todo en la virtualidad imita a la naturaleza, pero en escala, a una velocidad vertiginosa. La muerte de las especies animales se reproduce de manera exponensial en el reino digital. 

El futuro de hoy se anticipa en la uniformidad. Parece una obviedad, pero no solía ser así la imaginación moderna, donde todo futuro era una promesa de superación de la monotonía industrial.  Hacia mediados de los años 90 la tecnología digital comenzó a volverse maleable, el diseño de la información digital permitió la inclusión del diseño gráfico, haciendo realidad la máxima aspiración Mac Luhaniana: un universo digital perfectamente literario, un libro digital donde texto e imagen inauguraran la estapa interactiva del hipertexto.

Tal momento significó la multiplicación de los sitios web, las interfases gráficas, Adobe Flash, programación por frames, navegaciones equívocas, aleatoriedad, co-creación colaborativa, ópera digital, nunca en la historia de la tecnología digital existió mayor diversidad, mayor experimentación gramatical, mayor creatividad comunicativa. Los 90’s fueron la era del arte Internet, tanto como concepto como forma. La tecnología estaba abierta, no solo a la experimentación informatica, sino a la exploración estética.

Muchos de los sitios emblemeaticos de esa era hoy han dejado de existir, la aventura de la conexión virtual global, el chat y sus avatares anónimos, la vivencia en directo del surgimiento de nuevos formatos interactivos, la desmaterialización de la cultura mediante el desvanecimiento de las barreras disciplinares y el libre tránsito de la información como una utopía realizada; eso ya no existe quizas porque existió en algún momento, se realizó como un acontecimiento programado en la evolución de la inteligencia artificial.

El nuestro es un presente uniformado en virtud del triunfo de la racionalidad, google y su interface minimalista, el triunfo de la inteligencia  sintética cerro el camino a la divergencia y a la explosión creativa de lo raro, lo ineficiente, lo accidental, lo impuro y todas las bellezas abyectas que renuevan el mundo.

Hoy todo son templates adaptables, el lenguaje digital esta codificado en una forma y un lenguaje unificado, no es un canon estético, es simple y llanamente la asuencia de divergencia conceptual y de riesgo artístico. La estética internet de los 90’s se alimento de la insurgencia surrealista, del arte repulsa, con una aspiración venguardista y libertaria. Los execesos, las ilegibilidades, la sacralidad con la que lo digital se consumía como experiencia sensible se ha agotado. Tambien aquí arte y vida se fundieron en una realidad sosa, en la forma del mercado que exige relevancia absoluta y ambiguedad nula.

La exactitud nos empobrece, la puntualidad nos reduce al tiempo, la cifra nos cosifica, o peor aún, nos anula como posibilidad incomprensible. Hemos aniquilado nuestra naturaleza monstruosa y,  con ello, renunciado al riesgo de la libertad. El mal está hecho.